La Romería del 2 de agosto pareció confirmarles a muchos lo que ya creían saber: que Costa Rica es una nación mayoritariamente católica, sin embargo, la celebración religiosa ocupa un análisis menos superficial del acostumbrado para descubrir el trasfondo de una realidad más compleja sobre las creencias de la población costarricense.
De primera entrada los estudios más serios, como el de la Escuela de Matemática de la UCR del año 2006, confirman que al menos un 74% de los ticos se define como católico, pero esa apabullante cifra se diluye si se toma en cuenta de ellos solo poco más de un 47% afirma ser practicante aunque asiste a misa solo ocasionalmente. Hay que cuestionarse si efectivamente dos millones de personas caminaron hasta Cartago -una cifra difícil de creer- y cuántos de ellos lo hicieron por verdadera devoción o por simple diversión o esparcimiento.
El mundo vive un fenómeno creciente denominado “secularización”, en el cual un número cada vez mayor de sus ciudadanos se definen como no religiosos, agnósticos o ateos (mil millones según datos de Real International Statistics On Religion). Costa Rica no es ajena a esa situación y según el estudio de la UCR al menos 400 mil costarricenses (9%) se declararon sin religión alguna en el 2006, un aumento significativo desde 1988, cuando solo eran 100 mil personas (3,5%).
Los datos expuestos, más los contemplados en otros países obliga a replantear no solo la confesionalidad del Estado (artículo 75 de la Constitución) sino a repensar las bases de la ética y la moral si creemos en que este proceso de descreimiento, lejos de mermar aumentará con los años. Un número cada vez mayor de ticos es indiferente y crítico de las directrices religiosas sobre sexualidad, matrimonio, derechos de la comunidad homosexual o el rol de la mujer, descartan cualquier concepto de divinidad o tienen ideas muy particulares que difieren de la tradicional; todo esto hace necesaria una nueva base de comportamiento sostenido por la razón en lugar de la fe ciega. El panorama se complica más si le sumamos la crítica por el empecinamiento de los dogmas a pesar de las evidencias y al descrédito de las jerarquías eclesiales.
De la mano con el aumento de la aconfesionalidad, las naciones occidentales de la cual Costa Rica es parte, se acercan cada día al denominado humanismo secular, un movimiento filosófico reciente que se fortalece ante el retroceso de las religiones y que pretende ser una respuesta coherente y sin tintes místicos a la necesidad de contar con un sistema ético basado en la experiencia humana, realista, adaptado a los tiempos y sobre todo capaz de aceptar errores y corregirlos, virtud inexistente en los credos religiosos.
El humanismo secular tiene como eje de su pensamiento al ser humano y le concede a él la capacidad de solucionar sus propios problemas gracias a la inteligencia, la razón y su capacidad de discernir entre lo que está bien y lo que está mal; es ante todo una corriente positivista que afirma que si los problemas provienen del humano es el humano el que puede solucionarlos; es tolerante y respetuoso de las diferencias, no pretende establecer a la fuerza creencias supuestamente infalibles, no obliga ni condena al que piensa distinto y siempre busca consensos en una comunidad sin mayorías absolutas, donde todos los grupos tienen derecho a vivir en paz y a que se reconozcan sus derechos.
En una sociedad cada vez más diversa como la nuestra la puesta en marcha de un pensamiento más abierto, racional y tolerante como es el humanismo secular es indispensable para hacer viable una democracia heterogénea, tal y como la visualizó el escritor Alvin Toffler en su libro “el Cambio del Poder”. En la Costa Rica de este siglo es indispensable que los líderes políticos, los creadores de opinión pública y el ciudadano común comprendan esta nueva realidad, no homogénea, sino de amplias minorías con voz y voto que exigirán ser respetados y tomados en cuenta aunque tengan estilos de vidas diferentes, crean en algo distinto o simplemente decidan no creer. La Costa Rica del siglo XXI lo necesita si queremos ser una nación pujante, libre, y democrática en el futuro inmediato.
Escrito por César Barrantes B. y publicado en el periódico Diario Extra de Costa Rica. Puede ver el artículo en el sitio del periódico en el enlace http://www.diarioextra.com/2008/agosto/14/opinion04.php
martes, septiembre 02, 2008
MEJOR UNA VISIÓN HUMANISTA
Publicadas por Colectiva a la/s 7:48 a. m.
Etiquetas: Artículo de opinión
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