Boletina Mujer SaludHable en Acción
Año VII, No. 16, 10 de diciembre 2008.
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¡Todos los derechos de las humanas ahora!
La conmemoración, el 10 de diciembre de 2008, de los 60 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos es una ocasión propicia para reclamar, una vez más, el reconocimiento de los derechos de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres. La realidad actual nos demuestra que, más allá de los discursos oficiales de los gobiernos, los organismos internacionales y los sectores políticos que se comprometen teóricamente con la igualdad y equidad entre los géneros, ninguna sociedad actual da muestras de haber superado la grave, extensa y perversa discriminación de las mujeres que subyace a esta situación. De hecho, reiteradamente los Informes de Desarrollo Humano del PNUD, han señalado que “ningún país trata tan bien a sus mujeres como a sus hombres”.
Las exigencias de las mujeres para ser consideradas sujetas plenas de derechos se han planteado desde hace siglos y a través de distintas acciones, tanto en el ámbito público como al interior de los hogares y las familias, y se han referido al logro de los derechos civiles y políticos, y también a los derechos económicos, sociales y culturales. Para las mujeres esto implica, entre otras cosas:
* Derecho a voto
* Plena participación social y política
* Derecho a recursos económicos, al crédito y a la propiedad de la tierra
* Acceso al trabajo y salario dignos
* Valoración y reconocimiento al trabajo doméstico no remunerado
* Reparto equitativo de las responsabilidades en el hogar y las familias
* Derecho a la educación y a la capacitación
* Derecho a la información y a los avances científicos
* Derecho a la salud en todas las etapas del ciclo vital
* Acceso igualitario a servicios de salud con alta calidad de la atención
* Seguridad social y protección en la vejez
* Acceso igualitario a la justicia
* Pleno goce de los recursos culturales y recreativos
* Derecho a vivir en un medio ambiente sano y protegido
Otros aspectos, sin embargo, aparecen como ejes centrales e impostergables en la búsqueda de las mujeres por su ciudadanía plena. Efectivamente, esto pasa, en primer lugar, por su libertad sexual y reproductiva, por la autonomía para decidir si quieren o no ser madres, cuándo y con qué espaciamiento, con el acceso a los medios y a la información para hacer efectivas estas decisiones. Y también se relaciona con el derecho al aborto libre, seguro y legal.
Esta ciudadanía de primer nivel se vincula, asimismo, con la libre opción de las mujeres sobre la sexualidad, con el derecho a buscar y obtener placer, con ser capaces de escoger la vivencia sexual que más les acomode, sea en un modelo heterosexual o no, y no ser castigadas o perseguidas si disienten de la normatividad impuesta por la cultura predominante.
De esta forma se avanza, entonces, hacia el reconocimiento de los derechos sexuales y derechos reproductivos como derechos humanos, y al respeto de la integridad corporal, la individualidad, la igualdad y la diversidad de las mujeres.
Del mismo modo, ser sujetas plenas de derechos solo se logra cuando la vida de las mujeres está exenta de todo tipo de violencia sexista, y cuando prevalece un rechazo activo de la sociedad toda frente a este fenómeno tan presente en todas las épocas de la historia de la humanidad.
Sin embargo, es indispensable entender que la violencia contra las mujeres no solo está constituida por los golpes y abusos, sino que también por otras expresiones de discriminación que no siempre se reconocen como tales: lenguaje sexista, imágenes femeninas estereotipadas en la publicidad y en los medios de comunicación, textos educativos que promueven valores sexistas, malos tratos en los servicios de salud, costumbres, tradiciones y leyes denigratorias, fundamentalismos religiosos que ejercen control directo sobre la sexualidad y reproducción de las mujeres, entre muchos otros ejemplos.
El devenir de los 60 años desde que fuera aprobada la Declaración Universal de DD.HH. sin duda ha permitido ir concretando una serie de avances respecto de la igualdad y equidad entre los géneros. Sin embargo, el hecho de que hoy existan mujeres en posiciones de poder, incluso al mando de muchos gobiernos, choca con las millares de mujeres y niñas que diariamente son violentadas e incluso asesinadas por el solo hecho de serlo; con su dificultad para acceder a la justicia; con la pobreza y desprotección que las oprime desproporcionadamen te junto al avance de modelos de desarrollo excluyentes y opresores; con los diversos controles que el sistema patriarcal impone sobre sus cuerpos, su sexualidad y reproducción.
Es por ello que los derechos de las humanas solo serán una auténtica realidad cuando la justicia, la igualdad y la equidad entre los géneros se instaure no solo en el papel o en la retórica de los discursos oficiales, sino que se perciban en cada momento y en cada espacio de la cotidianidad de todas las mujeres y niñas, sin excepción, llegando a ser elementos constitutivos de nuestras democracias.
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